Pues eso, que estoy bien. Lo digo en voz alta mientras tecleo para hacerme a la idea, para escucharme, para creérmelo.
Sí, sí. Confirmado. Estoy bien.
Apuntes a la afirmación:
- No hay foto porque no son horas, ni maneras, ni hace falta ninguna. Escribo en pijama porque es lo que hago cuando termino las clases online. Espero que lo de llevar tacones sea igual que lo de montar en bici y que Zara, Mango y demás tiendas de ropa hayan ampliado su catálogo de tallas grandes.
Hoy he terminado las clases a las 13.30 y he empezado a llorar a las 14.30. Está todo bien, no os preocupéis. Supongo que llevaba tiempo conteniendo emociones y han salido en tropel hoy. Que iba a pasar, lo sabíamos todos. Que no pasa nada grave, también lo tenemos claro. Que es necesario dejarse llevar y llorar lo que te apetezca, se aprende -en mi caso-. El detonante de la llorera ha sido un email diciendo que dos estudiantes extendían sus clases y que recibíamos a dos estudiantes nuevos en mis grupos. Comparado con un año atrás, el número de nuevos estudiantes es ridículo. En la situación actual, se siente parecido a ganar un premio.
A las 16.30 he llamado a mi padre pero no contestaba porque desde este martes ha vuelto a trabajar en la construcción. He llamado a mi madre para confirmar que estaban los dos bien y hemos hablado/ llorado/ reído casi una hora. Sí, sí, lagrimeo de coger pañuelos y no mear en dos días. Lo importante es lo de reírse y eso lo podemos hacer muy bien porque estamos bien. Esa es nuestra suerte. También es verdad que no nacimos grises y eso nos da cierto margen.
Mi madre me recordaba hoy que hace dos meses que no nos vemos. La última vez fue para celebrar su cumpleaños y por eso se acuerda. Echo de menos a mi familia de sangre (y a la otra también) y sé que no podré verlos en persona en un mes más como mínimo. Hablamos cada día y sé que están bien. A ratos los echo muchísimo de menos. Tengo miedo de que se me olvide cómo huelen.
Al colgar he visto que tenía un montón de mensajes en el Whatsapp y me he puesto muy contenta al leerlos. No pasa a menudo y por eso es muy bonito cuando un estudiante se convierte en amigo amigo (dos veces, porque es verdad) Sé que Nano y Carinne están bien y lo mismo de Luz, la niña verde, Chantal, Pavel, Jinny, Sebastian, Egle, Rosie, Claudia, Marcela, Zamira, Elena, Janina, Nay, Pavlo, Mateo, Jim y otros tantos nombres de personas que he tenido la suerte de conocer en mi trabajo.
Llevamos más de mes y medio encerrados en casa. Yo tengo la suerte de ver las 15 - 20 caras de mis estudiantes a diario. Hay días en que me levanto cansada de inicio pero es conectar Zoom y cambiar el chip. Hacemos clase mientras uno desayuna, la otra se saca las legañas, el otro nos cuenta qué serie está viendo, la otra se inventa palabras, el siguiente nos enseña los pollos que tiene en su casa, la de después comparte un poema, la otra aparece con una guitarra y canta... Gano el dinero justo para sobrevivir pero estoy entretenida 24/7. La verdad es que me dan la vida.
Hoy tengo el día tonto.
Y está bien.
No pasa nada.
Todo abrazo es bienvenido y recíproco.