jueves, 25 de febrero de 2016

El legado




Pregunto a tres personas si estarían dispuestas a hacerse cargo de mi legado en las redes sociales.

A  nos reivindica inmortales, califica mi pregunta de locurón y acaba pidiéndome que le mande una foto, literalmente, del Gremling de mi casa. Valoro el esfuerzo. Está en Rusia. De resaca . Nada más que decir.

B dice que el tema es un poco masoca pero no tiene reparos en pedirme detalles para, llegado el caso, hacerlo requetebién. Se altera cuando le paso los números y las coordenadas de los otros dos candidatos. Suficientemente bien ha reaccionado, debo decir. Ídola.

C  no entiende un pijo de lo que le pregunto, luego dice que es tétrico, después que me va a legar a mí lo suyo y, al final, entra en bucle problem. A mí me gusta tanto la idea del bucle problem, que me parto de risa y se me olvida de qué iba el tema aquel del legado...

"Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando", Juan Ramón Jiménez. O sea, que todo bien, niños y niñas. Cambio y berenjena.


viernes, 19 de febrero de 2016

La Tita disimula (vol. I)



Te mandé una foto con mis manos hace siete dedos levantados -tres abajo- para que tuvieras claro cuándo nos veríamos de nuevo. Esta mañana -dos puños- le has dicho a tu Yaya que querías que fuera yo sola a buscarte al cole y cuando he llegado a su casa, ya me tenía preparado el Colacao, las nubes y unos cuantos caramelos para repartir entre tus amigos.

Llego a recogerte pronto -como siempre- y paso un rato escuchando cómo las madres de la puerta hablan en klingon del tiempo, de hazañas a dos pies o con rotuladores, de cacas, de pises, de vómitos y de otras cositas igual de desconcertantes y opacas para . Yo sonrío. Sonrío mucho. Es que ya casi te huelo, NiñoBúho, y te tengo muchas ganas, mucha fe y muchíííííííísimo miedo.

Del cole a tu casa hay unas siete calles con muchas farolas, buzones y esquinas secretas (igual en número a los pasos de peatones a superar). He visto el código antes pero no estoy segura de que lo vayas a cumplir conmigo, así que camino y avanzo vociferando como una vieja rumbera con prisa y vocación de soprano. Es la primera vez que hacemos este trayecto tú y yo solos. Lo disfruto pero es raro porque me cuesta quedarme con que has comido arroz sin tomate de primero y pollo con algo "que no me acuerdo" de segundo y yogurt de algo "que no me acuerdo" de postre... mientras controlo (o lo intento) todos los peligros que te acechan: ¿tú sabes la de coches que pasan como locos sin respetar nada y/pero cerca de ti? ¿Eres consciente de lo mucho que te dificulta de cara al récord mundial el outfit de Michelin? ¿Serías capaz de pedirme agua si la lengua se te pegara al paladar? Adoro -de verdad de la buena- tus soliloquios, tus chismorreos y tus preguntas.


Ian.: ¿Y la Zoe? ¿Dónde está?
Tita: - En tu casa, ahora vamos...
I.: ¿Está solitaaaaa?
T.: ¡¡¡Nooooo!!! ¡Si es pequeñísima! ¡No puede estar sola! No, no... Está con la Yaya...
I.: ¡Aaah! ¿Y has estado mucho rato con ella antes?
T.: Bueeeeenoo...Muuuuchoo... No sé... Un rato. Ya sabes que la Zoe es muy pequeña todavía y ni habla ni nada... Vamos, por lo menos conmigo no ha hablado...  Ha dormido mucho...
I.: No, es que es muy pequeñita... No hace casi nada...
T.: Ya... A mí me ha parecido que decía Tita cuando estábamos comiendo pero... ¡si no tiene ni dientes!
I.: Tita, ¿tú te acuerdas de cuando fuimos al Zoo? Es que yo no me acuerdo muy bien porque hace muchos años... Otro día vamos a ir porque yo no recuerdo todos los animales..
T.: ¡Claro! Vimos elefantes, jirafas, unos delfines que parecían ballenas....
I.: ¿Ballenas? Yo creo que no existen.. Yo las he visto en películas..
T.: Mira, un fin de semana nos vamos a ir todos a ver ballenas y tiburones y otros peces en un sitio muy chulo que hay... ¿Quieres?
I.: Sí, pero a mí me da miedo, Tita...
T.: ¿Miedo? Pobrecitas, si están en un sitio muy pequeño... Son muy grandes y no pueden nadar bien... Yo ya sé que tú eres un tío grande pero, cuando seas grande grande, nos vamos a ir los dos a nadar con ellas.
I.: Tita, ¿las ballenas comen verduritas de verdad?
T.: La mayoría, sí. Abren la boca enorme que tienen y van comiendo verduritas pequeñísimas que hay en el mar...
I.: ¿Y las Lorcas que les daban golpes a los peces con la cola?
T.: Uy, sí, es verdad... Las orcas... bueno, esas son un tipo de ballena que comen pescado y carne igual que tú...
I.: A mí, me dan pena los pingüinos, porque se los comen...
T.: Y a mí también.. Y me da pena cuando los pingüinos se comen otros peces más pequeños... Así es la vida, Ian... ¿no? Otro día hablamos más de esto, ¿vale?


Sí, la de la foto soy yo mezclándome con una manada de ñús. Ni cocodrilo ni de aquí, del barrio. Ya puede rajar el mundo, que yo me llevo al moco en la canastilla de la bici -descojonados los dos de la risa- y nos zampamos todas las nubes de este día.