martes, 22 de julio de 2014

¿Qué es arte?



El título ha sido la pregunta lanzada en clase como calentamiento para presentar al monstruo Serestar. Se ha discutido más bien poco, la verdad, porque esta gente son de conformarse rápido y de verlo todo bonito pero hemos pasado hora y media larga charlando sobre arte como concepto que engloba a peluqueros, pintores, profesores, poetas, oradores, modistas, deportistas, diseñadores, fotógrafos, cocineros y un sorprendentemente largo etcétera.  Unas actividades más tarde, compiten como locas en una carrera de verbos y salen cosas como la imagen que ilustra el post.

Ayer hablaba con un amigo sobre la pasta, la suerte y el futuro. Siendo tan obvios como somos, acabamos fantaseando con la lotería y se nos fue tanto la pinza que nos quitábamos las palabras de la boca, detallando una hipótesis que llegó a tener cara, ojos y boca propia.

Si algún día me toca la lotería, lo primero que haría sería llamar a Elisa y a mi padre. A ella le pediría que cogiera un taxi al aeropuerto y a él que aparcara el camión, se fuera a casa y llevara a toda la familia al mismo punto. Yo haría lo mismo que Elisa pero sin pasar por casa, sin recoger nada, y en el taxi iría llamando a mi hermana, a mi madre, a mi cuñado, a Helena, a Ricardo... El trayecto es breve así que no daría para mucho más. Confío en el boca a boca.

En el aeropuerto de El Prat pillaría billetes para todos en los primeros vuelos y echaríamos el rato en cosas tales como comprar maletas y llenarlas, comer algo, coger algunos libros y caprichitos variados en el Duty Free... Ah, desconectaría el móvil, no lo he dicho pero es muy importante. Sí, desconectaría el móvil y me olvidaría del calendario y de las citas, de los compromisos y de su puta madre. Adiós, adiós. Sería un rollo "Cuatro amigos" pero a lo bestia. Sólo se acabaría la primera fase cuando unánimemente dijéramos: "¡Basta! ¡No podemos pasárnoslo mejor!"

La segunda fase sería algo más práctico: contratar un buffete de abogados de ésos que se caga la perra tal como aparecen, un médico privado, un seguro de vida, unos cuantos asesores inmobiliarios de diferentes países, algunas compañías de mudanzas.. Y claro, preparar la tercera fase entre siesta y siesta, aduana y aduana.

Mi padre, si quisiera, podría pasarse la vida entre tomates y cerezos, preocupándose solo de que la temperatura de la piscina esté a su gusto; mi madre, también, un entrenador personal, un personal shopper, no sé, habría que pensarlo. Mi hermana, mi cuñado y mi sobrino, por supuesto, unas vacaciones larguísimas y luego lo que les apeteciera (un negocio propio, tumbarse a la bartola y disfrutar del crío...). Ya en este tercer paso del tema, haría realidad mi sueño de tener una escuela de español para extranjeros. Precios asequibles para estudiantes y salarios más que respetables (esto es, como mínimo cinco dígitos anuales y nunca menos de un 4 como primera cifra) para profesores y administrativos. Clases gratis cada puto miércoles como garantía de que tendríamos al mejor equipo docente de la historia. Aperitivos de bienvenida todos los lunes sin racanear. Vacaciones pagadas y de libre elección para todos los trabajadores. ¿Sigo? Basta decir que la escuela de Barcelona sería la primera de otras muchas.


La conclusión más interesante en el debate la lanzaba Mary ya en su definición: "Qué es y qué no es... lo decide el que mira" Me he acordado al instante de una frase que dice mucho mi hermana: "El malo siempre es el lobo cuando la que cuenta la historia es la Caperucita"

A estas alturas del cuento: o pillo unas buenas vacaciones o me toca el Gordo o... Para la tercera opción sólo se me ocurren travesuras típicas de persona que no tiene nada que perder, la conciencia tranquila, la cabeza bien alta... y ganas de seguir jugando.


¡Alé, niños, a disfrutarla!