lunes, 25 de noviembre de 2013

EL WHATSAPP Y OTRAS POLLADAS





Me llegan dos SMS de unos números desconocidos, de personas sin identidad, de fantasmas.. que mire no sé qué mierda de link que me va a cambiar la vida como poco, a mejor seguro, sin más: +3463974645 y 207407. Los googleo y constato que son de esas empresas que se dedican a robar a la gente por la face. Suspiro con alivio porque ya sé qué tengo que hacer para frenarlos pero a estos SMS invito yo sí o sí, porque no me queda otra, josdeputa, y lo saben aquí y hasta en la China Popular... El día que me entere de quién gobierna esta barca, se va a cagar. Lo juro.

Hablo con una colega sobre un problema que nos incluye. Se encienden los ánimos, llegamos al "..esto es así y ya está. Lo necesitamos solucionado para ya". Seguimos hablando, "te mando un whatsapp en cuanto sepa qué opina X"  y se pira tan pancha a otras cosas, la muy maldita. X está a menos de dos metros, Y, Z y el resto de letras -si hicieran falta- muy probablemente nos están oyendo... pero no, coño, vamos a darle un rollo complicado a esta cosa taaaaaan simple que así parece que invertimos el tiempo en algo realmente importante, ¿no? Venga, vamos que nos vamos, que empiece la lluvia de guasaps, el torrencial de chascarrillos, las mil chuminadas en emoticonos, pollada tras pollada en pro de una buena conversación guatsapera. Cagoentó.

Estás en un sitio y te llaman del otro. Venga e-mails, venga mensajes, venga instrucciones y contraindicaciones... venga, venga, avanti con el bonito ejercicio de dar por el culo al prójimo, que está de moda y sale gratis. Todo es urgente, todo es un "contéstame ya, que me va la vida" o un "házmelo para ayer, que vamos tarde" o un "deberías haber nacido sabiéndolo, no puedo perder tiempo explicándotelo". Asi, con la lengua fuera, es como les gustamos más.

Ditamistampa. El locurón padre internaútico y la siesta sin hacer.


Estoy del whatsapp y de las nuevas tecnologías hasta el pepe.




IAN y el muro





Atardeciendo hoy mismo. En el sofá, a dos manos. Fuera de las mantas los tres segundos necesarios para enfocar y hacer click.

"El español es un muro entre tú y yo" o algo así, me ha dicho sonriendo a la desesperada uno de mis estudiantes esta mañana, a primerísima hora, luchando con las conjugaciones y las palabras en un instante "masivo". Qué dramáticos se ponen a veces, nene...

Y he llegado a casa con el sol calentándome la nuca, en plan reinona, los rizos on fire... y me he puesto a leer y de cada 100 palabras una era muros... muros, muros, muros everywhere... ¿Qué mierdas pasa con los muros?

Fisicos, de los que saltas. Geográficos, con cuchillas que no se pueden evitar sin sangre y garitas desde las que te observa gente que no sabe ni cómo te llamas ni ganas de saberlo que tienen... De los de cabezazo uno detrás de otro, qué impotencia, coño, me cago en la puta, ¡hombre ya! Idiomáticos, como el del Miguelito, criatura mía, con lo bonico que es. Sentimentales, de los de botellas rotas con las puntas hacia arriba y pistolas con silenciador si resulta absolutamente necesario. De contención, indispensables... anda, que si reventamos... se caga la perra, niño, por lo menos que no nos salpiquemos demasiado. Corporales, un aliento como de haberse jalado a todos tus muertos, un par de pozos por sobacos, el pelo apestando a aceite de mil fritangas, por ejemplo. De obra, con sus martillos, su currelas vociferando, sus cachirulos con sirenas señalizando los movimientos y en especial la marcha atrás. Naturales, que igual están ahí desde antes que tú y por algo será, o no... habría que darles un buen meneo para comprobar de qué palo van. Grafiteros, los hay de dos tipos como poco... los de nombres de mierda escritos con prisa y poca traza y los otros, a los que valdría la pena dedicarles un ratillo, por si las moscas. Acústicos, que te impiden recibir el sonido de más allá. Lumínicos, de las Lamentaciones, de Berlín...




He llamado a tu abuela Joaquina hace diez minutos y has cogido el teléfono tú.

- ¡¡Titaaa!!¡Tita!¡Tiita!¡Tiiitaaa!¡Tita!¡Tita!

Confirmado. No hay muro, nene. Entiendo lo que me dices y me han llegado los besos. Mañana mismo le canto la caña a tu madre, será posible.... :-)



Cachalote, ahí va la clave: El muro no tiene techo. Te parecerá más alto o menos, enano, pero que no se te olvide, NO tiene techo. (¡Viva la pértiga existencial!)

miércoles, 13 de noviembre de 2013

IAN y los cimientos



El lunes llegué veinte minutos tarde y no pude recogerlo de la guardería. Me recibió en el carrito, a la entrada de su cole, y tardó dos minutos en decirme "¡Tita!", bajarse del carro y arrastrarme hasta la puerta para presentarme a "Rafa" (su profe). Alterada su rutina ni comió bien ni echó la siesta ni fue a la guardería por la tarde. En su habitación me enseñó todos los libros que tiene, jugamos a traer y llevar zapatillas, me lanzó todas las letras de gomaespuma que encontró debajo de su silla y descubrió que me asustaba que se me tirara por la espalda poniendo voz de niño endemoniado. Se partía de risa atacándome poseído... qué le gusta una maldad a este crío.

Hoy he llegado con tiempo de sobras. Nos hemos juntado al otro lado de las rejas toda la familia -¡viva el clan, nene!- Hemos ido su abuelo, su madre y yo hasta su clase y nos hemos encontrado a unos quince niños hipnotizados por un tipo de pasado reciente heavirulo extremo reconvertido en medio greñudo que soplaba pompas de jabón para su audiencia de enanos repeinados al estilo pepero, ralla al lado bien marcada con colonia. Me he acordado de cuando yo era minúscula y salía del cole -trenzas bien puestas, impertérritas, caracoles asomando- y me encontraba a mi madre y a mis yayos... Nos íbamos todos en manada hacia LA CASA y la calle parecía infinita porque parábamos en la panadería a por pan y pastas, en el videoclub para las chuches, en la bodega para dejar o coger botellas... Lo que da una calle, ¿no?

Hemos subido a casa de los yayos y nos hemos tumbado en el colchón el Niño-Búho y yo. Roncaba ya segundos antes de poner el cabezón en la almohada. Si bien el segundo nombre que ha aullado al levantarse ha sido el mío, el show ha sido un in crescendo todavía más interesante después de comer. Que yo me llamo TIiiiiTAAA!! y que él lo sabe y lo utiliza, ha quedado absolutamente claro.Que me reconoce en las fotos, también. Me ha leído un cuento en su idioma "tititatítotó" como si fuera lo más normal del mundo, con el mono que le ha regalado su yayo José Luis en el regazo, me ha peinado usando la parte de plástico del cepillo para que no me doliera, me ha atacado por la espalda un montón de veces sabiéndose observado y aplaudido, me ha llamado a buen volumen para que lo abrazara y cargara con él en la despedida....


 y ha sudado de mí tres pueblos al dejarlo en la puerta de su clase, de nuevo, a las 15.



Los niños son muy Dori. Los adultos también, pero de otra manera más selectiva y menos aleatoria. Creo. Me parece. Diría yo, así, generalizando. O no, Gollum, no sé... ¿importa?