martes, 25 de septiembre de 2012

IAN y el 25S



El número es por el día y la letra por el mes. Hoy es 25 de septiembre y hay manifestaciones "potentes" en España. Se las engloba a todas como 25S.

Hemos tenido otras similares en estos últimos años. Cada vez parecen más powerfull, más multitudinarias, más populares... Seguramente porque lo son, porque cada vez hay más gente descontenta, porque conforme pasa el tiempo pringamos más y peor, porque la paciencia se agota, porque ya está bien de echarle cuento al tema.

En la última manifestación que se dio en Barcelona (el 11S 2012) hubo tanta gente, que llevan días los políticos charlando sobre la independencia (o no) de Cataluña y lo que representa el millón y medio de personas que tomaron las calles aquel día. Yo no entiendo ni de política ni de nacionalismos. Ni ganas. Malpensada como soy me planteo, eso sí, a quién le favorece que nos tiremos los trastos a la cabeza (los nacidos aquí y los nacidos allí) y qué mierda de cortina de humo es esta cuando siguen siendo minoría los que se benefician y mayoría los que nos jodemos.


Ian, eres ciudadano del mundo. Las fronteras son una puta quimera. No te engañes y no dejes que te engañen. Si fuera por los políticos estaríamos postulando El Prat como país independiente del resto de la metrópolis, no? Los políticos, una panda de malnacidos así en general, nos hablan de país, de estado, de derechos y de mierdas varias para que olvidemos el único puto tema importante: que hay mucha gente que no tiene ni un garbanzo que gastar, que la calidad de vida ha bajado a niveles de "La Transición" (con suerte), que hay gente sin curro, gente que lo pasa mal, gente que vuelve a casa de sus padres después de años de "independencia" familiar pero dependientes de cláusulas bancarias.... Tienen la suerte estos políticos -también es verdad que se lo han currado con sus planes educativos a cada cual más ridículo- de que hay quien se queda en la terminología y ataca a los catalanes -un ejemplo- porque son unos agarrados y unos insolidarios que merecen lo peor.

A mí, honestamente, me la pela bastante si el lugar en el que resido responde al nombre de país, de estado, de barrio o de condado. ¿En qué me afecta la nomenclatura? Creo que en nada. Los políticos, los alcaldes y los presidentes de la comunidad son iguales y pecan de lo mismo. Me parece que es más una competición entre ellos para pillar más parte del pastel que algo que me repercuta a mí en lo más mínimo, aunque seamos yo y mis colegas los que pagamos el gran pato de los cojones. No me fío de ninguno. Han mamado todos de la misma teta y están deseosos de poder, encantados de manejar presupuestos, felices de hacer realidad su dedocracia, arropados por todos sus enchufados.

Cuando yo tenía tu edad, pequeño Ian lector, no tenía ni pajolera idea del franquismo. Me sonaban cosas, había escuchado algunas historias en el cole, salían anécdotas en algunos de los libros que leía... Ya era mayorcita, sí., cuando empecé a entender qué era eso de la democracia. Creo que la culpa la tuvo tu abuela Joaquina que era "adolfista" (fan de Adolfo Suárez) y que decía que este señor había sido cabecilla de "La transición" y había legalizado al partido anarquista y al comunista -por ejemplo-  y que lo dibujaba como a un ídolo del pueblo, una persona inteligente dada a departir y discutir por el bien común.


Mi memoria política es escasa. Diez años a lo máximo. Mi primera manifestación consciente y firme fue en contra de ETA y del secuestro de Miguel Ángel Blanco (que acabó fatal). Después asistí a algunas manis en las que se pedía una reforma en la educación, otras sobre sanidad... y poco más hasta la crisis. No es que no hubiera descontento hasta hace tres años, sino que no había consenso. Tu abuelo materno, por ejemplo, vivía muy bien al principio de la crisis, como tantos otros nuevos "ricos" que abrían la cartera y se regodeaban viendo los billetes que salían de ella. Me acuerdo de ir a manis y que tu abuelo me abroncara porque iba en contra de sus intereses, y los míos según su razonamiento.... Claro, si él no ganaba dinero, no podría  ayudarme económicamente. Sé que lo hacía -y lo hace- con su mejor intención, pensando que me hace bien a mí y a tu mamá y a ti. Creo que se equivoca. Nunca podría ser ama de mil esclavos, por más pasta que me ofrecieran, por más beneficio que supusiera para mí.

La insensibilidad de unos pocos, de la clase política concretamente, nos ha llevado hasta aquí. Somos un país democrático patético. Nos gobiernan animales incultos y sordos que se ciñen a sus perspectivas económicas a corto plazo y que piensan que nos hacen un favor por existir. En la antigüedad, sólo hay que leer un poco, los políticos eran parte de la sociedad y sufrían de sus mismos males. El gran problema, creo, es que ahora piensan que están por encima del resto... y se les olvida, como a tu abuelo, que si haces algo feo para beneficio tuyo, tarde o temprano pringarás. Evidente, por un poner, que si quitas X en educación porque te apaña el presupuesto de tu comunidad, llegará el día en el que necesites un experto en X (doctor, profesor, mecánico, fontanero...) y te encuentres con que nadie te soluciona tu problema pero te cobra igual y te puteas y te cabreas porque esto ya es un choteo, no?


Pues eso. No es sostenible este sistema. Hay que cortar cabezas, sí, con nombre y apellidos. Basta ya de individuos de a pie que pringan por ti y por todos tus compañeros. No tengas miedo de hablar, Ian, de quejarte, de pedir, de reclamar, de hacerte valer... Me parece que abrir la boca para esto ya es ganar. Tu madre piensa lo contrario. Lo del vaso medio lleno o medio vacío. Para mí, medio lleno siempre y ¡¡¡hasta que desborde!!! Viva la gota que colma el vaso, porque está viva.




domingo, 2 de septiembre de 2012

IAN e IZAN

Vaya diíta, amigos...

Resulta que era el bautizo del Ian y nos hemos reunido unos cuantos antes, durante y después del acto religioso. Izan se ha agarrado fuerte de mi mano en el primer semáforo de camino a la iglesia y hemos tenido una charla distendida que abarcaba puntos interesantes para cualquiera. Izan, el hermano mayor postizo de mi sobrino Ian, me ha explicado cosas sorprendentes.

- Izan, ¿conoces a mi padre? Se llama José Luis, es el abuelo del Ian.
- No, no sé quién es...
- Mira, este señor que tienes al lado. Es mi padre... el abuelo de
- El abuelo de mi amigo XX se murió, está en el espacio y no sabemos si volverá.
- Ah, qué pena.. pobre...
- Bueno, yo también me voy a morir... y tú y él y él y él y ella...
- Buah!! Pero para eso falta un montón...
- Sí, sí pero cuando yo me muera  me iré al Marte y después, no sé, volveré...
- ¿A Marte? Izan, ¿qué planeta te gusta más?
- Este, pero Marte también me gusta...
- ¿Qué planeta está más lejos?
- ¿Saturno? ¿Júpiter? No sé, dímelo tú...
- A ver, Izan, que entramos ya en la iglesia. ¿Dónde están tus padres?
- No sé... Yo voy contigo. Tengo una consola con cuatro juegos muy fáciles... ¿quieres jugar?


Entramos en la iglesia. Pasa la ceremonia. Pierdo de vista a Izan. Ian sigue lloriqueando y rebelándose a escasos centímetros. Nos descojonamos un poco en general porque el cura parece bonachón pero nos habla de la fe y esas cosas y el Ian pasa del estado "enfaducado" al estado "carcajada" como si entendiera algo de la ceremonia. Salimos todos una hora después con hambre.

- ¡Mira! ¡Es un caracol pequeñito!- me suelta Izan-.
- Ah! ¿Tiene nombre?
- Caracol pequeñito - lo mira con algo de asco-.
- ¿Sabes qué comen los caracoles?
- Ensalada -y lo tira-.
- ¡Izan! ¡No! -me mira raro-.
- Ese caracol pequeño... se lo han comido, no hay nada dentro.
- ¿Tú sabes que los caracoles se comen?
- ¡Sí! Yo comí caracoles y ahora están en mi barriga...
- Hombre, no creo que estén en tu barriga... ¿Cuándo comiste caracoles?
- Hace muchos días... Pero yo creo que tengo los caracoles pequeños dentro...
- ¡No! ¡Qué va! ¡Los caracoles ya no están en tu estómago!
- (jajajjajaja) Claro, porque las cosas que como salen por el culo, ¿verdad?
- Pues sí, y si hace días que comiste los caracoles... ya no tienes ni un poquito de caracoles dentro...
- ¿Seguro? -intenta confirmar lo que sabe-.
- ¡Segurísimo! Oye, ¿tú qué vas a comer?
- Arroz con guisantes.
- ¿Te gusta? ¿Comes de todo?
- Sí, menos la chicha normal que se me hace bola.
- Ya... es que la chicha normal es de hacerse bola... A mí no me gustan las lentejas porque en una cucharada hay más de cien... y se me hacen bola también.
- Pues a mí las lentejas sí que me gustan.
- Oye, ¿tú qué quieres ser de mayor?
- No sé... Mago.. o médico.
- ¿Sabes hacer magia?
- ¡Sí! Mira, puedo cambiar el semáforo y puedo saltar muy lejos, ¡no piso el suelo!.. Abracadabra, pata de cabra!!! Se va a poner verde, ¡¡ya verás!!
- mmmmmm.... - el semáforo no se mueve- Creo que tienes que hacer algo así con las manos.

Nos pasamos el camino al restaurante soplando magia en los semáforos y saltando todas las alcantarillas que encontramos. Va cogido de mi mano todo el tiempo. Le da besos a su hermana Leire de vez en cuando como si le fuera la vida en ello. Juega a perderme y a encontrarme en una carrera impresionante en la que sale vencedor sí o sí. Desaparece en la comida. Nos encontramos en casa de mi hermana. Me grita:

-¡¡Quiero ver los dibujos!! -y constato que ha encendido la tele, se ha quitado los zapatos y se ha tumbado en el sofá a lo largo.
- ¡Izan!¡No me hables así!
- ¡Pero es que quiero ver la tele y tú estás paseando con el Ian!
- Yo estoy durmiendo al Ian... y te dejo ver la tele si tú me dices "Perdona, Maica, por favor, ¿puedes quitarte de la tele?" Así, sí.
- Pero es que yo quiero ver la tele tumbado... -se enfaduquea-.
- Vale, vale... -me pongo seria y él se sienta erguido-.

El Ian "da guerra" un minuto más antes de caer fritísimo. Lo dejo en el sofá y empiezo a despedirme de todos. Eli le pide a su hijo, Izan, que me dé un beso. Izan remolonea. Cojo el bolso. Viene corriendo y me pone la cara.

- Maica, dame un beso -me suelta, consola en mano y mirada muy lejos de mí.-

Y se lo doy. Claro. Tiene cuatro años. Es más persona que mucha gente que conozco. Me tiene desconcertada. Es mucho más consecuente con sus acciones que mogollón de peña, con sus cuatro años desarrolla temas propios de la filosofía y la metafísica existencial. Mi sobrino Ian tiene un gran profe minúsculo a su lado. No me gustan los niños. No quiero niños. Acepto como sujetos dignos de estudio a mi sobrino Ian, al Izan y a la Leire. Ni uno más. Tres son multitud. Estos tres son una gozada.

Los próximos pañales corren de mi cuenta.

IAN y la nana



Esto es lo que te cantaba antes... Tu nana se llama "Déjame hacerte feliz (aunque sea un rato)" y es la primera de la lista que estoy haciendo para esos ratillos que pasamos juntos, tú apoyado en mis dos "cojines" y yo meciéndote.

La letra original es la que es y mola bastante o más. La tunearé para hacerla apta a menores de edad en breve. Ya estoy en ello. Hoy, que tienes menos de tres meses y no pillas casi nada de lo que te digo, te ha gustado lo suficiente como para calmarte y hacerte dormir.



"Aunque el caso es que caigo y recaigo
y no gano a tortazos.
Me tropiezo y levanto
y un paso adelante y atrás.
No es que busque un amor para siempre jamás
pero algo que aguante aunque sea un temporal...
Te ofrezco mi vida y te juro que no lo haré mal.


Aunque no soy normal, no soy tan especial
... déjame hacerte feliz aunque sea un rato.


Seré fiel a tu sombra, a tu luz, a tu piel y a tu falda.
Comprométome a hacerte reír cuando llores sin más.
Puede ser un equipo incapaz de quebrar,
una piedra irrompible, una estrella que va
esquiando galaxias que muchos no van ni  a encontrar.



Aunque no soy normal, no soy tan especial
... déjame hacerte feliz aunque sea un rato.

Aunque no soy normal, no soy tan especial
... déjame hacerte feliz aunque sea un rato.




No daré un solo problema
será justo y racional,
cuidaré tus heridas,
tu risa,
tu alma,
tu vida
 y tu forma de andar.


"Déjame hacerte feliz", Julio de la Rosa.