miércoles, 27 de octubre de 2010

CENA

Merluza, rape, gambas, cebolla y arroz. Todo junto en una sartén. Mi cena de esta noche.

Los números, las medidas... no son lo mío. O cena, comida, cena, comida y cena para mí o cena para cuatro con hambre. A partir de ahora voy a tener que perfeccionar el arte de la comida para uno. Eso o explotar.

Bienvenidos los cambios. Ya estoy preparada. Objetivo: ser mejor. Oteando el horizonte y amarrando velas. Vamos allá, que no se diga que no lo intenté.

Buen viento para todos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

PÁGINAS SUELTAS

"Carnaval y yo nos conocimos en el colegio, en EGB. Los dos íbamos a los curas del pueblo porque nuestros padres, sin ser nada católicos, querían asegurarse de que recibíamos una buena educación. Así que nos metieron en los curas, curas progres, y esto sí es un oxímoron grande.

Curas Progres, que es como decir Fuego Amigo o Lepra Apetitosa o Nazi Simpático.

Nuestros padres nos metieron sin preguntar en un lugar donde teníamos que confesarnos una vez a la semana, ir de convivencias a seminarios de curas, dar clase de religión y, cómo no, ir a misa.

¿Qué tipo de misa era?¿Qué tipo de curas eran? ¿Qué especie?¿Qué marca?

¿Importa?

Jesuitas, franciscanos, salesianos, dominicos, todos la misma cosa. Todos la misma basura.

Nuestros padres nos metieron en aquel lugar lleno de esquinas y silencio y zapatos adultos que hacían eco por los pasillos, un edificio en forma de trapecio y cara de bloque comunista y persianas color diarrea de paloma, y paredes de baldosas verdeocre, y urinarios repugnantes con cagaderos de agujero y acelerador y papel de lija, de vidrio, para los culos, y una iglesia de las que construían en los setenta, moderna y deprimente y llena de estatuas con formas poliédricas que daban miedo. El Mundo Bizarro de Superman, pero en santos y santas y cristos.

Y curas por todas partes.

Curas Progres, que es como decir Vómito Sabroso, o Sífilis Encantadora. Curas barbudos, curas con chándal, curas con chirucas, curas con guitarra, curas con aliento de madriguera de ave carroñera africana, curas con respiración de catacumba, rojo el iris y negras las intenciones.


Pero todos: curas cabrones.

Allí fuimos a parar los dos, Carnaval y yo y nuestros dos culitos infantiles culitos imberbes.

Carne de cañón."

Pág. 42-43.





"Mi padre me mira, con esos hombros de yugo de bueyes gigantes, y las dos manos pecosas juntas, como orando, su figura de... ¿cómo era el dios ese del yunque? No me acuerdo. Como el dios griego ese, pero en guapo. Y mi padre tiene los ojos irritados cuando me cuenta lo que me cuenta, y casi no puedo acordarme de cuando mi padre era lo que me daba seguridad. Y cómo lo admiraba. Y cómo hablaba de él en tercero de EGB.

Dar cera, pulir cera.

Y va mi padre, va mi padre y se cubre la cara con las manos, y empieza a sollozar. Un hipo controlado pero fuerte, sacudidas fuertes, se le mueven los hombros con explosiones de moto de gran cilindrada, y yo pongo la mano ahí porque he visto que eso es lo que hacen en las series de televisión en los malos momentos.

Y, aunque no me doy cuenta en ese momento, quizá éste es el fin definitivo de tu niñez. El día en que te das cuenta de que tus padres ya no pueden ayudarte, ni protegerte del dolor, y que estás desnudo en medio del huracán de basura que está empezando a soplar. La tramontana de mierda que se levanta en la distancia, acercándose.

Le doy dos golpecitos en el hombro, no sé qué decir, olvidé ser el Niño Malabarista, dejé conscientemente de ser el pegamento instantáneo que mantenía unidos los pedazos del feísimo jarrón que es mi familia y le digo Buenas noches, papá. Mañana será otro día.

No me creo eso.

Mañana sera un día como hoy, o peor, pero algo tenía que decir.

Pasando por la habitación de Gilda abro la puerta con cuidado y meto la cabeza dentro y entrecierro los ojos y la veo ahí, respirando acompasadamente, calmada bajo su edredón de pitufos, y veo en el suelo a Ken Rompepistas desnudo y decapitado, y por un momento pienso que me gustaría ser mi hermana. Sin preocupaciones, más allá de muñecos y de alimentar a Pol Pot y Ya no me estoy con la Meritxell y decidir entre soltera, casada, viuda, monja, enamorada.

Todavía debe de quedarle algo de suerte en su bote; espero que la utilice de manera más juiciosa que yo.

Cierro la puerta delicadamente y me meto en mi habitación. Me saco los pantalones, no, primero las botas, y en camiseta y calzoncillos hago el paso de claqué que me enseñó mi abuelo."


Extraído de "Rompepistas", Kiko Amat. Ed. Anagrama, págs. 210-211.


Más que recomendable es imprescindible para entender algo de lo que muchos llaman la periferia de Barcelona arrugando la nariz despectivamente. Xino, xano, majos... En el camino nos encontraremos.